El Banco Central Europeo (BCE) arranca con lentitud el diseño del euro digital pese a tener el objetivo de ponerlo en marcha de cara a 2025. El organismo ya tiene claras las primeras características que debe cumplir esta divisa virtual para satisfacer las demandas de ciudadanos y comercios tanto físicos como online: privacidad, inmediatez y que permita un uso global. Los que serán futuros usuarios de esta moneda reclaman que el euro digital garantice preservar su privacidad, un punto que el BCE pretende cumplir, pero a medias, para no cesar en la lucha contra el blanqueo de capitales, la financiación al terrorismo u otras actividades ilícitas. Asimismo, ciudadanos y empresas piden que el euro digital permita realizar pagos al instante y sin contacto y también de manera global, es decir, que un único sistema permita pagos en cualquier comercio, entre particulares e incluso con la Administración. Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, ya confirmó hace quince días en la Comisión ECON del Parlamento Europeo que el organismo trabaja para que la nueva divisa digital cumpla con estas tres características.
Sin embargo, el diseño y la puesta en marcha de esta divisa no es tan sencilla. De momento los usuarios de la zona euro no saben qué es un euro digital, en qué se diferencia de los pagos actuales que se realizan con otros métodos online ni cómo ni a través de qué sistema va a funcionar, según las conclusiones que extrae la encuesta encomendada por el BCE a Kantar Public para conocer la visión de los ciudadanos europeos sobres esta moneda. Pero el BCE tampoco tiene respuesta aún a estas cuestiones. El organismo reconoce que todos sus avances al respecto son aún muy preliminares, pero marca claro el objetivo de por qué crear un euro digital: «preservar el acceso al dinero de banco central y la posibilidad de utilizarlo en una economía cada vez más digitalizada».
‘Tirón de orejas’ de uno de los padres del euro al BCE por no reaccionar ante la inflación:
Dar respuesta al tema de cómo se gestionará la privacidad en torno al euro digital se dibuja como un aspecto clave. Hoy por hoy el dinero físico (billetes y monedas) garantiza la privacidad del ciudadano. Sin embargo, a la hora de hablar de una moneda online, al igual que como se hace con una tarjeta de crédito o una aplicación para pagar por el móvil, obligaría a una identificación previa para poder realizar los pagos.
El BCE reconoce que «el anonimato total no es una opción viable». El supervisor recuerda que se debe considerar la privacidad en el contexto de otros objetivos de las políticas de la UE, como la prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo. «La preocupación por la elusión de las normas, incluidas las sanciones internacionales, ha cobrado aún más notoriedad recientemente, en especial en relación con los criptoactivos», explica. Además, el anonimato, según la institución, haría virtualmente imposible limitar el uso del euro digital como forma de inversión, y «tal limitación es esencial desde la perspectiva de la estabilidad financiera». «Por tanto, los usuarios tendrían que identificarse cuando comiencen a utilizar un euro digital«, concluye al respecto. Sin embargo, a pesar de esta posición del organismo, en la actualidad, y según explicó Panetta, sí se analiza la posibilidad de permitir el anonimato cuando se trate de pagos por importes pequeños, aunque aún no hay nada decidido al respecto.
Solo hay un mensaje claro por parte del BCE: el euro digital no viene a acabar con el dinero físico
«Pensemos en pagos sin conexión en euros digitales en establecimientos comerciales, en los que el ordenante y el beneficiario estén cerca el uno del otro. Estos pagos serían muy similares a los pagos en efectivo. ¿Deberían aplicárseles reglas diferentes, aunque los perfiles de riesgo de ambas modalidades sean similares? Consideremos, por ejemplo, un chip con capacidad para almacenar hasta 200 euros digitales. El riesgo de que se emplee para blanquear capitales no parece mucho mayor que el de un billete físico de 200 euros, especialmente si el chip requiere autenticación biométrica para utilizarlo», sugiere el ejecutivo del BCE. En consecuencia, la institución está investigando una funcionalidad sin conexión en la que solo el usuario conozca los saldos y el importe de las operaciones, siempre que estas sean de pequeña cuantía.
Busca su hueco
El BCE es consciente de la necesidad de lanza un euro digital para cubrir preocupaciones relativas con la soberanía, puesto que el 80% de los bancos centrales que hay en el mundo trabaja en la actualizar en poner en marcha sus propias divisas digitales. No obstante, el organismo es consciente de que en la actualidad, los usuarios de cada uno de los distintos países de la zona euro se han adaptado de forma masiva al uso de otros sistemas de pago privados, como sería Bizum en el caso de España (ya lo usan 20 millones de personas). Por tanto, según explica Panetta, «no queremos tener demasiado éxito y desplazar a las soluciones de pago privadas y a la intermediación financiera. Pero el euro digital debe tener éxito suficiente y atraer una demanda adecuada mediante la generación de valor para sus usuarios».
Las incógnitas sobre cómo funcionará el euro digital son varias y aún sin respuesta. Algunas voces apuntan a que debería ser compatible con los distintos sistemas actuales para no beneficiar a unos usuarios ni comerciantes sobre otros y otros cuestionan si esta moneda podrá transformarse en física y obtener billetes a través de un cajero. Nadie lo sabe, ni los propios padres que diseñan en la actualidad la nueva divisa. Solo hay un mensaje claro por parte del BCE: el euro digital no viene a acabar con el dinero físico.
Fuente:ElEconomista.es
Fuente:ElEconomista.es